1 2 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Juan 1: 12, 13).
Nicodemo con sus riquezas, prestigio y poder en la ciudad de Jerusalén necesitó una nueva estrella. Necesitó una nueva vida, un nuevo corazón. La Cristiandad de la cultura es la Cristiandad carente de una nueva vida. La gente prefiere ‘nacer’ a la fe en lugar de creer con celo. ¡(Por supuesto, esto realmente no puede pasar – Juan 1:13)!
Tienen la enseñanza pero no el poder. Tienen el mundo dentro, y la Cristiandad por afuera. El mundo no puede soportar este tipo de cristianismo que ofrece tanto pero no tiene nada que dar. Todo lo que ven es gente que dice vivir para Dios pero que realmente viven para si mismos (Judas 10 – 16).
Estos así llamados cristianos desean, a menudo, estar en el mundo. Si se los podría ver soñar despiertos, se los vería corriendo una maratón para sacar el mayor provecho posible del mundo.
¿Qué hay de ti? ¿Qué es lo que tu corazón anhela? La mayoría de la gente, si son honestos, admitirían que no quieren que las cosas cambien. Puede ser que los encuentres quejándose de la vida, pero pregúntales ¡si quieren cambiar! Han escogido lo que tienen. Aman su abundancia. Si podrían cambiar las cosas, ¡solamente quisieran más de lo que ya tienen! Realmente lo prefieren.
Y es en la más profunda vocación de nuestras vidas –el corazón de nuestras almas- en la que necesitamos centrar nuestra atención ahora. Jesús dijo a Nicodemo que necesitaba un nuevo corazón. Jesús se refería a una nueva vida, con nuevas preferencias. El Antiguo Testamento lo llamaba “circuncisión del corazón”; el Nuevo Testamento lo llama “nuevo corazón”.
Esto es tan elemental pero tan necesario. Sin un corazón que ame a Dios, nuestra religión y adoración provendrá de nuestros viejos corazones, y por lo tanto continuaremos amándonos a nosotros mismos. Un ejemplo excelente es el momento cuando Moisés ascendió al Monte Sinaí para recibir la Ley. En ausencia de Moisés y su conciencia de Dios, los israelitas construyeron una replica de dios parecida a un becerro y participaron de placeres sensuales ‘espirituales’. Uno puede ser parte de un movimiento o ‘congregación’ de Dios, pero no realmente ser de Él.
Necesitamos un corazón puro para ver a Dios. El primer paso es desarrollar un nuevo corazón, es ‘nacer de nuevo’. Con una nueva vida, tenemos un nuevo corazón. ¿Puedes recordar un punto en el tiempo cuando tuviste un cambio de corazón para las cosas de Dios?
¿Puedes decir ahora mismo, en lo profundo de tu corazón, que tienen un gran anhelo por las cosas de Dios? No estoy negando que, en este mismo momento, podrías estar batallando con algún pecado. Ve más profundo. ¿Puedes mantener el Deseo de agradar a Dios? Si no, te sugiero que primero pidas a Dios que te dé un nuevo corazón.
Si no tiene vida, no podemos entrenar a un niño para que camine o hable. Sin una nueva vida, no deberíamos esperar aquellas cosas que solamente una nueva vida puede proporcionar. Si todavía no te has convertido en un cristiano ‘nacido de nuevo’, empieza a buscar al Señor para que su corazón brote en tu vida. Humilla tu corazón.
Confiésale a Dios tus pecados y dile que mereces un juicio instantáneo. Ruega misericordia y suplica para creer por la fe que Jesús El Cristo también murió por tus pecados. Cuando creemos, el Espíritu Santo obra a través del nuevo corazón.